La obesidad se podr?a considerar un malestar moderno, una enfermedad de nuestros tiempos. Que a las modelos entradas en carnes de Rubens se las llamara mujeres voluptuosas as? lo confirma. Muerta de hambre aparenta ocuparse de ese tema. S?lo aparenta. En realidad la novela cuenta con iron?a y humor, recursos poco frecuentes en la literatura argentina, la historia de una chica cuyo cuerpo es el soporte de un discurso injurioso . ??Desde hace tiempo tengo la sensaci?n de estar presa del cuerp??. Desde que Santa Teresa defini? al cuerpo como ??una c?rcel??, hay mucha maneras de padecer ese encierro. Pero que se entienda bien, la acci?n progresa por la fatalidad de la lengua. Est? escrito: ??He pedido carne. Me da miedo cuando pido carne porque s? que despu?s voy a decir sangrante??. Este deslizamiento vertiginoso y esta contig?idad alucinada no dan respiro hasta el ?ltimo cap?tulo . Es la fatalidad de la lengua la que precipita la trama de esta historia en la cual hasta el detalle cotidiano e insignificante adquieren esta condici?n sangrante. Es que esta fatalidad narrativa tritura no solo a su protagonista, sino a todo aquello que se le cruza en el camino, incluso al lector. La contig?idad no nos impide que compartamos con humor sarc?stico el destino de la protagonista. Y sobre todo, esa infancia y esa adolescencia en que no hac?amos otra cosa que tomar aliento, abrir la boca, y devorarnos el mundo. De la misma manera que nos devora la novela de Fernanda Garc?a Lao.