Como aquel que monta en bicicleta, que va haciendo peque?os movimientos constantemente con el manillar y con su cuerpo para mantener el equilibrio y no caer, la historia nos lleva hacia el futuro en permanente peligro de tropiezo y nos obliga a ir haciendo correcciones en nuestro comportamiento, en nuestras ideas y valores para mantenernos m?s o menos rectos en nuestro avanzar hacia la prosperidad, la felicidad, la justicia., o lo que cada cual considere que es la meta hacia la que se dirige. Quien se agarre fuerte al manillar, con tozuda torpeza, y se niegue a corregir permanentemente su rumbo, estar? condenado a desequilibrarse y, con seguridad, a caer y abrirse la cabeza contra su propia cerraz?n. Aquel que, por no agarrar el manillar con fuerza, lo suelte pensando que as? no caer?, o que la propia inercia de las cosas lo mantendr? a salvo, en la primera irregularidad del terreno que le salga al paso tambi?n se ver? abocado al batacazo. De la misma forma, creemos, cuando se trata de la conducci?n de nuestros destinos a lo largo de la historia, debemos tomar con firmeza y con delicadeza a un tiempo el tim?n de nuestros porvenires para ir corrigiendo el rumbo ?ora a la derecha, ora a la izquierda?, y mantenernos, en fin, en un equilibrado derrotero hacia nuestra meta.
En el centro habita la posibilidad de ejercer la libertad de pensamiento prolongada en el tiempo sin tener que adherirse a una ideolog?a concreta con cuyos principios se ha podido estar de acuerdo en un momento dado, aunque ya no lo estemos tanto, ni tampoco de no sentirse identificado con ideolog?a alguna, sino de saber en todo momento que nuestra posici?n pol?tica es y ser? siempre provisional y, sobre todo, 'nuestra'.