Pocas veces aparece Mar?a en el Evangelio. Pero hay tres momentos en los que su presencia es crucial, puntual, y muy importante: el primero es en la Anunciaci?n; el segundo, en las Bodas de Can? de Galilea; y el tercero, al pie de la Cruz. Los tres momentos dicen relaci?n directa a su Vocaci?n y Misi?n de Madre. Y a?n hay que a?adir un cuarto momento: su maternal presencia en medio de los Ap?stoles el d?a de Pentecost?s, cuando el Esp?ritu Santo desciende sobre ellos (Hch 1, 12-15). Esa es su grandeza y su Vocaci?n: ser Madre. Para eso la eligi? Dios. As? la quiso Dios: Madre del Dios hecho Hombre, pero Madre tambi?n de la Humanidad en el parto m?s doloroso, m?stico, y simb?lico, al pie de la Cruz. Maternidad que va mucho m?s all? de la simple biolog?a. Es Madre en orden a la Redenci?n de Cristo. Con raz?n puede exclamar: "Proclama mi alma la grandeza del Se?or..., porque el Poderoso ha hecho obras grandes por m?" (Lc 1,46 y ss). Es un gozo contemplar a Mar?a desde las p?ginas sublimes del Evangelio.