Ocio. Este es un viaje por su historia, para comprender su origen y su evoluci?n. Estado de contemplaci?n creativa, momento inspirador, goce en s? mismo, virtud como medio de conseguir la felicidad para los griegos; s?ntesis pragm?tica entre el ocio y el nec-otio para los romanos; uso exclusivo para los sabios fil?sofos como una ?lite en Plat?n; ocio basado en la raz?n y con sentimiento cosmopolita de empat?a entre todos los hombres en el pensamiento estoico; reducci?n al espacio personal con el placer propio como meta para los epic?reos; repudio por el cristianismo con exaltaci?n del trabajo como medio de agradar a Dios. La historia, con sus cambios en el tipo de sociedades que la formaban, con sus diferentes concepciones filos?ficas as? como de las corrientes religiosas, han regulado el modo de vivir, de pensar, parcelar y de ordenar los momentos de calma -escasos, muy escasos- con los del trabajo. Su valor original, en el pensamiento aristot?lico, se ha degradado y convertido casi en un anatema a trav?s de la historia, ha quedado reducido a pr?cticas elitistas por las monarqu?as y la nobleza, as? como de la burgues?a emergente a partir del siglo xvi. El dominio de la religi?n en todos los aspectos de la sociedad civil ha identificado el ocio con pecado, la ociosidad como origen de todos los vicios. El pueblo llano nunca tuvo oportunidad de pensar, de dedicar un tiempo a otra cosa que no fuera un trabajo incesante y muy duro. No cambia nada en la Edad Media, ni tampoco en el Renacimiento, que impulsa la curiosidad y la incipiente ciencia, pero que mantiene el ocio subordinado a una vida ?spera, dura y estamental, como tambi?n en la crisis de la Reforma, donde culmina la exaltaci?n de la salvaci?n a trav?s del trabajo incesante, con el ocio como sin?nimo de rechazo divino. La explosi?n filos?fica con el racionalismo, el escepticismo y despu?s el pensamiento ilustrado basaron sus premisas en un progreso que ha sido mal entendido y criticado, pero con ideas, nuevas hasta ese momento, de igualdad, libertad, derecho al conocimiento y liberaci?n de prejuicios. En todo este conjunto el ocio pudo ser algo m?s, pudo ser parte de los derechos comunes del individuo, pero una vez m?s el juego de poderes lo releg? a un segundo plano. Ha mantenido, sin embargo, su ideal de un derecho inalienable, alcanzable por todos a poco que hubiera una igualdad social, econ?mica y pol?tica. Ha sido siempre un sue?o, que persiste como meta a alcanzar. Este es un viaje con el ocio como motivo a trav?s de la historia hasta las postrimer?as del siglo xviii. Este l?mite no es casual, porque hasta ese momento hubo un paradigma que empez? a cambiar en el siglo xix hasta nuestros d?as. Pero tambi?n porque este ?ltimo per?odo merece un estudio aparte, muy lejos de poderse abarcar en este volumen.