Maradona, nos dio otro cuerpo posible, un rostro, sus rulos. El cuerpo y el color de la villa. Nos dio una lengua, incendiaria. Nos dio una pol?tica, siempre la m?s irreverente. Nos dio un movimiento, la gracia, la astucia, la insolencia. Nos dio la felicidad, la m?s plebeya. Nos dio el desborde, nos ense?? la lujuria. La quiso para todos, como al oro del vaticano. Fue el sue?o, el de los muchos. Cuando estuvo entre los amos, escupi? su mano y volvi? al barro. Se dio todo, hasta el final. Lo quisieron capitalizar todo, hasta el final. Hasta su cuerpo viejo y roto. Sin resto.El Diego, un mito hecho de vulnerabilidades y excesos, oper? como superficie de inscripci?n, catalizador y soporte para expresar los afectos compartidos de comunidad. No es ?ste un libro colectivo al uso, sino una hip?tesis desplegada colectivamente, un intento por pensar lo que de acontecimiento comportaba su ausencia.