Siempre se ha dicho que en las actividades complejas que hacemos esnecesario poner los cinco sentidos para no incurrir en lainconsciencia, en la chapuza y en la negligencia más ruinosa. Pero una cosa es decirlo y otra bien distinta es ponerla en práctica. Leer es, sin duda alguna, una actividad muy compleja. Mucho más que escribir,desde luego. De ahí que, al enfrentarnos con un libro, requiramos laconcitación de los cinco sentidos. El problema práctico radica ensaber con cierta proximidad qué es lo que se puede hacer realmente con la vista, con el oído, con el olfato, con el gusto y con el tacto,mientras leemos. ¿Lo sabemos?
El presente libro es, precisamente, eso: una originalísima invitacióna afrontar la lectura de un libro poniendo en movimiento cada uno delos cinco sentidos, dando trato especial a los considerados como menos nobles, el gusto, el olfato y el tacto. El cúmulo de actividades queel autor propone, partiendo de ellos, es, además de original ydivertido, un ejercicio intelectual tan riguroso como despejarincógnitas de segundo grado.
En el fondo, lo que el libro sugiere y afirma es que leer es un actode la sensibilidad compleja del individuo y, por tanto, lo que deverdad educa la lectura, más que improbables valores transcendentales, es la sensibilidad artística de cada persona, sin la cual, el serhumano deja demasiado al descubierto su mediocridad y, posiblemente,su falta de ética.